lunes, enero 24, 2005

9-Transitoriedad.

Siddharta se arrodilló junto a ella y dijo:-Pobre Poshika, te has quemado... Te duele?-
-Deseaba que me recordaras joven y hermosa. Lamento que me hayas visto en este deplorable estado. Soy vieja, Siddharta. El dolor forma parte de la vejez. Apenas veo, de modo que me alegro de no poder contemplar la expresión de tu rostro. Los jóvenes creéis que la vida es flexible y móvil, que podéis dominarla a vuestro antojo. Los viejos, en cambio, consideramos que la vida es un sujeto sumiso, una obra acabada, obsoleta, como yo misma. Me preguntas si me duele? Si, A veces me pregunto por que tengo que sufrir.-Poshika acaricio la mano de Siddharta con ternura.-Pero poseemos la asombrosa capacidad de adaptarnos a todo. A la perdida de la visión, a la inmovilidad... El amor a la vida, la chispa que todavía conservamos, hace que la compañía de un perro ya nos haga sentir felices y agradecidos...-
-No me ves, Poshika?-
-No, apenas distingo tus rasgos.-respondió la anciana.-Sin embargo, cada año veo algo distinto, nuevo. Este año veo el color de los árboles por medio de la temperatura de la brisa que sopla a mi alrededor. Antes gozábamos de la vida y de la naturaleza juntos. Compartíamos un gran amor hacia los animales. Los animales no son malos; no existe un solo animal perverso en todo el reino animal... En cambio, los hombres... Siempre fuiste un niño muy bueno, Siddharta.-
Siddharta se sentía tan abrumado que solo acertó a contestar:-No me explico por que no me dijeron nada... Quien te ha condenado a vivir aquí?-
-Aunque veas una pequeña habitación, desprovista de vitalidad, para una vieja como yo resulta muy tranquila. Es lo que deseaba. No olvides que pertenezco a la casta de los brahmanes; puedo obtener todo lo que desee. Creo que muy pronto daré las gracias a Siva el destructor y a Yama por poner fin a mi vida. He sido virtuosa, de modo que Yama vendrá a buscarme sonriendo y agitando sus cuatro brazos, con su negra piel resplandeciente bajo el sol mientras atraviesa los aires montado en un pájaro. A veces, Siddharta, me pregunto por que tengo que soportar el mismo ciclo una y otra vez: nacer con dolor, amar, vivir y morir y vuelta a empezar... Cuando era joven...-la anciana se ruborizo al recordar el pasado.-De joven era muy bonita, y tuve el honor de hacerte de madre. Tú eras mi pequeño. Me sentía muy feliz. No debes compadecerme. Vivo aquí porque es mi deseo. No quise poner a prueba la paciencia de las personas que más quiero. Cuando empecé a perder la memoria, la gente...-la voz de la anciana se convirtió en un murmullo, mientras trataba de ver en su mente las imágenes que los jóvenes contemplaban en aquellos momentos.
-Por fortuna,-Prosiguió.-a medida que envejecemos olvidamos las cosas. Te quiero mucho, Siddharta, y te agradezco que hayas venido a verme. Has hecho que mis sueños se cumplan. He llegado al final de mi vida y tú empiezas a vivir. Ya no existe lugar para mí en tu vida. Vete, te lo ruego...-

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